Durante muchos años, la publicidad ha seguido un enfoque constante, con conceptos claros sobre las acciones a tomar al crear o reconsiderar una marca.
La forma en que consumimos ha experimentado cambios significativos gracias a la pandemia. Hemos modificado nuestra manera de analizar lo que vamos a comprar y, en última instancia, cómo tomamos esas decisiones.
En este contexto, la tecnología y la inteligencia artificial complican aún más nuestra capacidad para movernos con precisión como publicistas. El enfoque que buscamos es brandear el problema, detectarlo y conectar nuestro producto como una solución a esa problemática. Ponemos énfasis en resaltar los beneficios emocionales, en lugar de centrarnos exclusivamente en el producto en sí.
Tengo un buen ejemplo local, un caso de éxito en el brandeo de un problema: los centros médicos especializados en reproducción humana, los centros de fertilidad, como pasar de un lugar para “congelar ovulos o esperma” a un concepto más humano y convencional, para hacerlo más relevante y sintetizado, como “Dr. Cigüeña”.
Porque ya muchas de nuestras decisiones de compras ya son realmente emocionales, la compra lógica realmente surge ya que compraste. Lo que hay que ver es como profundizar más en eso que esta haciendo incidencia en las personas como consumidores.
Entonces vamos viendo como se generan esos disparadores hacia el consumidor y trabajar sobre ellos para replantear, todo caso no un producto, sino en el abordaje a un problema.
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